“No seré enterrado en la Basílica de San Pedro, sino en Santa María la Mayor»: Papa Francisco

Con su última voluntad escrita en el libro autobiográfico “Esperanza”, y con el conjunto de reglas eclesiásticas incorporadas en la iglesia en 2024 a través del «Ordo Exsequiarum Romani Pontificis», que en español traduce “orden de entierro de los papas romanos”, Jorge Mario Bergoglio entregó claras indicaciones de cómo quería que fuera su despedida y su última morada.

Igualmente, el Vaticano difundió en la tarde de este 21 de abril el documento redactado en italiano por el propio Pontífice el 29 de junio de 2022, en la Casa Santa Marta, su residencia del Vaticano.

Contrario a la tradición de la iglesia católica, el Papa Francisco, desea un funeral sencillo, en contacto con los feligreses, vestimenta sencilla, sin los acostumbrados zapatos rojos y en un lugar diferente al acostumbrado (grutas vaticanas).

El máximo líder de la iglesia católica, durante sus últimos años de vida, manifestó que deseaba una ceremonia sin majestuosidad, que su cuerpo no fuera puesto sobre almohadones, elevado en un catafalco ni basculo papal para posteriormente reposar en un féretro de tres urnas, sino que, por el contrario, deseaba un ataúd de madera.

Igualmente, Francisco pidió suprimir la larga velación privada ante el Colegio Cardenalicio en la Capilla Sixtina, para que su cuerpo fuera llevado directamente a la Basílica de San Pedro para ser despedido por los feligreses.

Luego de tres días de velación, el cuerpo del papa será sepultado en su ataúd de mármol, sellado con concreto, en Basílica Santa María la Mayor, precisamente la mayor de las ochenta iglesias marianas de Roma, y ubicada cerca de la capilla dedicada al ícono de la Virgen Salus Populi Romani, a la que tiene especial devoción.

Este lugar fue elegido por el santo padre por su fuerte conexión mariana, ya que esta iglesia se construyó donde apareció la Virgen María en sueños al papa Liberio. Un lugar que impacta por su decoración de mosaicos, que data casi en su totalidad del siglo V.

“Mi vida y el ministerio sacerdotal y episcopal los he confiado siempre a la Madre de Nuestro Señor, María Santísima. Por ello, pido que mis restos mortales descansen, esperando el día de la resurrección, en la Basílica Papal de Santa María la Mayor”, se lee al inicio del texto.

El sepulcro deberá además “estar en el suelo; sencillo, sin ornamentación particular y con la única inscripción: Franciscus”.

El documento finaliza: “El sufrimiento que marcó la última parte de mi vida lo ofrecí al Señor por la paz en el mundo y la fraternidad entre los pueblos”.